\"Qué triste es caminar
sin saber adónde ir,
más triste es amarte
y no podértelo decir.\"
Tú,
mis palabras y silencios de vacío,
las dudas y certezas en este desvelo,
la sonrisa en estas lágrimas de rocío,
tú, mis sueños, ilusiones y deseos.
Tú,
el roce fugaz de mi pasión,
esa dulce poesía eterna...
escrita sobre mi corazón,
que la belleza morena
de la medianoche de tu pelo,
me inspira a descubrir que eres tú,
la pureza en mi apacible soledad,
mi paciencia acariciadora en agonía,
la estrella vespertina entre tanta oscuridad
y mis miedos bañados en color de fantasía.
Tú,
mi difuso amanecer de noviembre
y la cálida luz del nuevo sol naciente,
tú, el destello de lo imposible
en los ojos empañados del tiempo...
mi dulce perdición, mi armonía,
lo indispensable de este viaje y su estadía,
tú,
mi esperanza y mi resignación,
lo desconocido que convierto en poesía,
mi inconsciencia, mi motivo, mi razón,
mis errores y aciertos en perfecta sintonía.
Tú,
el mar donde naufrago a la deriva,
soñando en el escenario del misterio
sobre olas de aflicción y melancolía...
Tú,
el otoño del temor al desafío,
el suspiro de despedida al dolor,
el calor de la compañía que aliviara el frío...
Tú,
la orilla de mi caída en contemplación,
mi cura y mi enfermedad,
mi voz de inspiración,
esa lágrima suave que comienza a aclarar,
en una puesta de sol,
en un eclipse de corazón...
Tú,
curioso contraste de lo imposible,
deliciosa distancia de lo inalcanzable,
belleza irreal, cielo claro, alma sensible
y el ángel en vida que puede salvarme.
Tú...
El primer paso a un nuevo sentir,
y el último suspiro de mis sueños sin cumplir.
Ceci Ailín