Isaac Amenemope

TODO POR VERTE (solo para mujeres)

1

 Cuanto daría por empujar la facultad de soñar

 hacia el abismo que separa nuestras ilusiones.

 

Dame de los frutos que tumbé mientras soñabas

 el zumo de las madrugadas;

 dame del zumo de la noche

 el fermento de tu condición himénica,

 embriaga la lucidez de volar

 mientras duermes por tu rostro.

 

Lustra con esa facción extática

 el recóndito impulso de transparentar tu falda.

 Punza con la crucial mirada

 la exaltación de mis pupilas.

 

Anida en mis ojos, tanto brillo,

 que los remansos desnudos que curvean tu cuerpo

 puedan reflejarse en ellos.

 

2

Cuántas caricias han quedado emboscadas,

como ciervos que fluyen entre tus inervaciones.

 Allí la espesura de la vegetación pubiana,

 y mis brumas desafectadas

 colándose hasta el húmedo corazón de tu bromelia.

 

Allí un santuario para mis caricias

 en mitad de la afectiva selva húmeda,

 y mis mensajeros químicos

 hundiéndose en tus zonas movedizas.

 

La hoguera se desmaya,

 y del desmayo la consumación

 brota en esa multiplicación de labios.

 

La gravedad tira de la corriente adrenérgica,

 mientras las pompas filiares se disipan

 y quiebran el aroma de la rosa.

 

3

 Trazas marcadas de profundidad

 como invisibles puntadas en tu piel.

 El balance de mi conmoción armándose de vértigo,

 y la garra afilada de placer

 deslizándose desde tu corona hasta tus pies.

 

Se puede rasgar el horizonte

 con las insuficientes manos nacidas del contacto,

 cristalizar la separación, aparar la lluvia,

 chispear en la frontera, extenuar el tacto.

 

 

 

 

 

4

 Creo que vine al mundo

 a morir entre tus piernas,

 a tomar tu sueño

 por el borde más estrellado de la noche.

 

Anda, ven a correr por estos pastos,

 pisa el viento con tu pelo,

sumerge la piel de tu risa

 en el arroyo que fluye hacia mis campos.

 

Puedo oler la flor excitada debajo de tus jeans,

 la montaña virgen señalándome el camino.

 Puedo verte toda desde aquí,

 desabrochando tus vestidos.

 

Mira que bellos labios vulvares.

 ¿No son dos remansos dormidos?

 Dos remansos que se juntan

 en la creación de un lugar para la vida.

 

5

 Oh, si la palabra fluyera

 como fluyen los arroyos.

 Si refrescaran los besos como refrescan las palabras,

 si el interior se abriera a la desembocadura humana.