Vienen, van aguijones sueltos
cayendo en el espeso octubre.
Tormenta de impetuoso gris,
cáscara cristalina, ojos minerales.
Voy, vengo; llegas, caes lienzo
azul sobre la vida agazapada,
cantas con el destello del agua.
Traes viajes, marcas violines…
Espero en llamas vespertinas
o reclinado en baúles nocturnos.
¿Quién come tus dedos-cristales
y no siente infinitamente tu alma?
Llegas con agonías imprevistas,
caes en talismanes divinos.