Desde la Torre Galata,
torre ancestral,
cardinal mirada,
en una tarde embriagadora de sentidos,
con todo el alma
y con todo mi corazón puesto,
a esta ciudad milenaria describo
con lo que mis ojos contemplo….
Unos puertos improvisados,
un sinfín de establecimientos,
unas aguas peinadas por infinitos barcos,
un puente poblado con inciertos sedales
a un futuro delicado,
un desorden ordenado en laberínticas callejuelas
abrazando plazas con bazares,
bazares con palacios,
palacios con parques,
parques con mezquitas,
mezquitas con hogares;
desorden majestuosamente coronado
por una pétrea rojiza sabiduría,
ora cristiana ora musulmana,
legado histórico de un glorioso pasado.
Ahora, mi vista se pierde
entre transeúntes y vehículos
que pululan por doquier
que frenéticos deambulan
como de una extraña histeria infectados,
sin aparente rumbo
sin destino definido alguno…
Mis palabras se contagian
de esa febril amalgama
y es así como hoy
mi verso a ti, Estambul, te canta…
Eres Estambul…
Cruce de imperios,
mestizaje de culturas,
frontera de dos mundos,
recuerdo de sultanes, de concubinas y favoritas,
anhelos de Pierre Loti,
de hititas, de otomanos,
de griegos, de persas, de romanos…
¡Todos quisieron dejar su huella en ti!
Eres Estambul…
Mezcla heterogénea de credos
engañándose a sí mismos,
adoradores del mismo Dios
pero con apodos distintos.
Eres Estambul…
Cientos de agujas queriendo al añil coser,
recortándose en el horizonte del atardecer,
a la par que un armonioso canto,
como eco proveniente del pasado,
impregnado de desiertos áridos,
desde esbeltos alminares
convoca gentil a la oración
para ese afligido ser humano
de secular devoción…
Canto profundo que se escucha en las plazas,
que resuena en las callejuelas,
que vuela por los mercados…
Melodía que viste las almas
y descalza los cuerpos;
repetidos ruegos una y otra vez
para que suplicantes se eleven al cielo
empujados por una fuerte fe…
Eres Estambul…
Trasiego de almas
arrastrando un corazón,
tránsito de especias, de víveres,
de hombres, de mujeres, de niños…
en ese mercado que nace en cualquier rincón,
metáfora sinestésica de colores,
de aromas,
de sonidos,
de sabores y añoranzas …
Eres Estambul
y hoy, como siempre,
y a pesar del ajetreo,
complaciente,
embaucador,
enamorado cuando cae la tarde;
en ese fugaz momento
en que se prende el cielo,
en que se doran tus aguas
con un divino fuego…,
en ese efímero tiempo eterno
en que el viajero queda prendado
con el hechizo de tus encantos,
es entonces cuando te miras
en los espejos de tus mares
como Narciso enamorado…
Eres Estambul…
Una herida de la tierra,
un canal salado
un flujo continuo de aguas,
de mercancías,
de sentimientos,
de esperanzas…
Eres Estambul…
ayer,… temblores de suelos,
mañana, … un futuro incierto…