No siempre las palabras saben
lo que quieren decir,
no siempre los poemas
encuentran las palabras oportunas,
las mejores metáforas,
los silencios realmente necesarios.
Por ejemplo, ahora mismo
me gustaría escribir a tumba abierta,
a pantalón quitado,
a mano que se hunde en el cemento
y a interiores sin luz.
Pero no puede ser.
Quisiera hablar de amor
pero sólo veo guerra,
los cuerpos mutilados en el fondo
de una fosa común.
Quisiera hablar de cosas agradables
y las letras me hablan de personas,
de hombres y mujeres que mañana
seguirán sin trabajo,
políticos que hoy me están mintiendo,
sacerdotes que siguen
abusando de niños asustados,
esposos que maltratan a quien dicen amar,
personas que no pueden llegar a fin de mes,
banqueros que consiguen beneficios
que ruborizarían a cualquier inocente.
Pero no pasa nada,
ya nunca pasa nada
lo mejor es mirar para otro lado,
ver lo que nos ofrece el menú suculento
de mentiras y distracciones múltiples
que nos ayudarán a sentirnos a salvo,
a seguir los programas que entretengan
el hambre de verdades
con mentiras al peso.
No siempre las palabras saben decir
lo que quieren decir,
no siempre los poetas decimos
aquello que debiéramos decir
hoy
un día ocho de octubre
mientras nos calentamos en poemas estúpidos
y dejamos de hablar de lo que importa.