Partiste sin un adiós con rumbo incierto;
dejándome el gran castigo de tu ausencia…,
y el abismo del silencio dejaste abierto,
el cual reclama e implora tu presencia.
Aunque te fuiste; sigues presente,
que tras de la cortina tu sombra veo…
y aunque estas lejana y ausente…
tras de cada sueño siento un deseo.
Luego pronuncio murmurando la letanía,
que el céfiro llevar a ti no ha logrado;
y siento más honda y angustiosa la agonía,
que me hace más triste y acongojado.
Cargaste con tus formas divinas,
lo único que de mi está ausente;
¡tus recuerdos son un lecho de espinas,
que dejan en mi sus huellas latentes!...