Fiel amigo y caminante regio, hoy rimo el alma en un canto, como rimador de ideal florilegio, navegando entre el sueño y el llanto.
Te ofrezco, entre clavel y rocío, mi corazón de ideal sentimiento, y mi amor contemplarte ansío, con el calor del pensamiento.
Si el lejano horizonte en ardor desaparece, nunca el estertor dolido de tí me aparte, que si tu amor de esplendor fuese, el dolor del llanto desvanezca en un instante.
Que si la vida y la muerte por mi preguntasen y el terror y el llanto te despierten, que tu voz firme y tu alma guerrera respondiesen a los días que por el mundo sangre vierten.
Y si en gracia y en lamento la frialdad de tu bravura llene mi alma de contento, rompa el silencio y la atadura con el clamor de tu ladrido y tu armadura.
Que noches lúgubres y días grises contemplen nuestro amor admirable, y el dolor y el lamento una en matices, mi amistad deseable, y tu fidelidad incomparable.