De una joven nación de raíces de hierba (raíces que niegan la rabia de América) vengo a ustedes, hermanos norteños. Cargado de gritos de desaliento y de fe, vengo a ustedes, hermanos norteños, vengo de donde venimos los "homo sapiens", devoré kilómetros en ritos trashumantes; con mi materia asmática que cargo como una cruz y en la entraña extraña de metáfora inconexa. La ruta fue muy larga y muy grande, la carga persiste en mí, el aroma de los pasos vagabundos y aún en el naufragio de mi ser subterráneo,— a pesar de que se anuncian orillas salvadoras— nado displicente contra la resaca, conservando intacta la condición de náufrago. Estoy solo frente a la noche inexorable y a cierto dejo dulzón de los billetes. Europa me llama con voz de vino añejo, aliento de carne rubia, objetos de museo. Y en la clarinada alegre de países nuevos yo recibo de frente el impacto difuso de la canción, de Marx y Engels que Lenin ejecuta y entonan los pueblos.
Ernesto “Che” Guevara