Cuantas veces el poeta
cuando el corazón le aprieta,
muda su traje elegante,
cargando sombrero y guante.
Va vestido de etiqueta,
con la pluma en su maleta.
Caminando hacia adelante,
con la mirada brillante.
Va caminando el poeta,
los pasillos de su letra;
es su andar anhelante,
distraído, hasta distante.
Pero su alma está alerta.
La palabra se despierta
y en versos se convierte,
lo que carga penitente.
Es seguro que no miente
ni tampoco se lamenta.
Sobre el papel, hoja muerta,
su sentir, desnudo vierte.
En poema transparente,
grita su alma delirante.
Denunciando con destreza,
lo que vuela en su cabeza.
Está en él la fortaleza,
trastocada en sutileza,
para hablar de la tristeza,
dialogando en la belleza.
Canta a la naturaleza
con versos de gran nobleza.
Su corazón palpitante,
puja letra a cada instante.
Con su palabra valiente,
el escribe lo que siente.
Deja en verso su presente,
recordatorio en su muerte.
Escribir es su proeza,
su pasión más permanente.
Compartir su gentileza,
aunque la felicidad sea ausente.
Cuando el corazón le aprieta,
sigue escribiendo el poeta,
con palabra edificante,
va esculpiendo su presente.