Principió el mundo en tu hondura,
en tu azul especie galáctica,
allí en el abismo sin sombras
un manantial abrió su sed.
Todo llegó en destronados
tifones, en tormentas sin sueños,
en pálidos celestes mojados
y bebieron todos los rincones…
Los ríos emigraron visiones,
el mar hilvanó su poder, hasta
el pequeño charco reflejó
el tumulto que cada gota tenía
de vida, de atónita molécula.
Emergieron huellas, cielos…