Me acuerdo de ti
de la primera vez que te vi,
que hablé contigo,
de aquella ocasión en que me hiciste reír.
Me acuerdo del brillo de tu pelo,
de su cambio de color con el invierno,
de tus pícaros ojos marinos
y de tus amables labios finos.
Me acuerdo de tus manos,
de cada uno de tus gestos,
hasta de tu forma particular de caminar.
Me acuerdo de tu sencillez,
de tu lucidez, de tu calidez
y de la distancia entre los dos.
Me acuerdo del día en que me fui.
No pude despedirme, me desgarré, sí
pero no eras para mí, mi destino no estaba allí,
yo no era feliz.
Si no te dije que te amaba
No fue porque me olvidé.
Simplemente ya era tarde,
alguien supo hacer lo que yo no:
acercarse a ti, hablarte,
conocerte y dejarse ver.
Yo no quería perder.
A cambio no gané nada.