Entre tus difuminados y tus ocres,
No sé donde bucear para encontrarte.
Tal vez en las cercanías de una Venecia
Que encierra un latido desconocido.
O en el cromático cielo teñido,
Con la luna escapando por el horizonte,
Mientras el viejo Téméraire
Se hunde en el reflejo.
Como si lo viera tras el cristal
O con las lágrimas robando la visión,
Un día cualquiera,
Quiero atravesar, despacio,
El Puente de las Torres de Spoleto
Quedarme conmovida,
Ardiendo en los rojos de una tragedia
Donde los moribundos
Aúllan con desesperación.
Tempestuoso asir de manos,
Grito que se queda en la garganta muda
Sin más testimonio que el silencio.
Allá, a lo lejos, la pálida humareda,
De un tiempo nuevo,
Con su extravagante visión poética