Ya no me queda amor,
ni sueños, ni valor, ni dolor.
Ya no me acuerdo del calor,
del vacío ni de tu voz.
Se murió la última rosa
y el único jazmín.
Ni las lágrimas rotas
encontraron su motivo ni su fin.
Solía ser una campana
que anunciaba tu llegada.
Explotaba en risas,
iluminaba montañas.
Has matado mi ilusión,
has interrumpido mi destino,
me has dejado sin corazón.
¿Qué me queda en el camino?
Sólo un préstamo usurero de cariño
que pregona ser consuelo
pero se ha llevado hasta mi esperanza.
Ha comido mi paz y luego me ha mordido.
Ya no me queda amor,
ni sueños ni valor,
ya no siento dolor.
No tengo nada, sólo una hoja en blanco
que me invita a escribir con mi voz.
Me llama a gritos, me pide que recuerde,
que despierte,
y que vaya en busca de mi propio sol.