Fabrizio Martinez
A la mujer de mi hermano
Debo admitir que peco, Como amante de Cristo,
Al soñar y no en seco
Con el cuerpo que he visto
Sin hojas, pieles ni ropas
Que cubran aquellas copas
De oro en las que bebo
El sabor que no debo
Probar, pero, no obstante
Empecinado bastante
Con el sabor de esa torre
De Babel por donde corre
Mi lengua a petición tuya
Cuando dices indirectamente:
"No hay mujer alguna cuya
Fantasía no sea sentir caliente
Aliento sobre el cuello",
Y yo que no perdono
Dándome cuenta de aquello
Sin saber si es o no
Una invitación a un beso,
A la mujer de mi hermano,
Te beso y desde ese día ya no
Puedo mirar arriba cuando rezo