Te quedas donde el tiempo me atraviesa.
No cedes que a mis ojos
las miradas rubí
que te coses encima
y quemas de presente
los pasos olvidados
en lugar del silencio.
Me dejas extraviado, a la deriva,
con las manos de sal en un cielo extranjero
que no sabe de ti, de tu tez de Sirena,
de tus aguas floridas.
Ahora que todo es mar
y el corazón es ausencia infinita,
me hundo sin mirada en la quimera de aquel puerto,
amor,
toda una vida.