Una tras otra,
caen memorias y
se empozan,
poco a poco,
con un tintineo,
con suavidad,
crean lagunas
a veces lo enfrían,
lo enloquecen,
lo ensordecen y
me hacen estremecer.
Una a una,
se deslizan por
los caminos ya trazados
en mis mejillas,
envenenadas, limpian
mi resquebrajada piel.
Siguen decendiendo hacia
mi pecho cicatrizado,
lacerado, lastimado,
lo sanan, son mi cura.
Eres mi cura a la enfermedad,
que se llama soledad...