Te huelo primavera en cada labio
enamorado, en tu penumbra
de estrenada permanencia,
en soles florecidos. Eres inmensa.
Trenzas la fiel lumbre del día,
emergiendo paso a paso del cuello
espigado del tiempo; envías agua
de los sembrados ríos del aire.
Pleno pétalo silvestre. Verde iris.
Las manos acarician tu cuerpo,
aprietan los pies tu largo vientre
de verde seda. Llueves los ojos.
Bañas de horizontes esenciales
vivaces retoños, tanta vida.