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Tan jóvenes que nos fuimos viejos al querernos,
la pasión hizo con nuestros cuerpos a su templo;
tan amantes que sacarte la ropa hacía momento
placentero de mis manos al recorrerte el cuerpo.
En una época donde el amor era hecho de sueños
para un tiempo que nos mostró lo sabio al tenernos;
en un paso de la historia donde de ambos lo muerto
vivió como nunca la dicha de amar sin fragmentos.
Tan único como para no repetirse el amor de nuevo
porque el placer en la vida no es algo de ser eterno;
tan especial como la bendición de alcanzar el cielo
cuando, por tus besos, quedé prendido de su efecto.
En un lugar que fue deseado por cualquier marinero,
el barco del desenfreno hizo la mar en todo puerto;
en un ámbito donde las fantasías de ambos crecieron,
solo podía el sol en el horizonte alimentar este fuego.
Vito Angeli