Silvia Abalo

Amor real.

Alada la princesa se veía,

cubierta entre sus oros y sus cedas

rodeada de esmeraldas y riquesas,

que sola, contemplaba en su guarida.

 

Más capa,espada y porte,él traía,

colmandola con su galantería

los especiales modos convertían

a aquel galán,en el supuesto amor que pretendía.

 

Como en los dulces cuentos poseía,

regalos refinados y en su alero

le ofrecía su amor de caballero.

 

Pero todo este encanto se perdia,

al ver por el portal a aquel mendigo

que entre sus arapos desteñidos,

lucia la mirada fiel de un niño.

 

Y sin querer,la brisa de la aurora

la llevó hasta los brazos del raposo,

que con vergüenza de sí mismo posa

y ofrece a la princesa una rosa.

 

Y es esa,la que marca un nuevo rumbo,

que despierta los sueños infinitos

y cabe destacar que en lo profundo,

su corazón,lo llamaba en un grito.

Sil.