Inesperadamente
se nubla mi horizonte,
y se vuelve a perder
el brillo cegador del medio día,
no sé por qué
recuerdo aquellos días,
de brillante esplendor y de alegría.
Será que nací triste
o que no existe,
una continuidad que me sostenga
relevando en mi vida
a la agonía,
inseparable amiga
contertulia locuaz,
por siempre compañera
de mis cuitas.
¿Qué puede ser
ese fantasma
que me quita,
la sonrisa del rostro
cuando llega?
No sé si es mi interior
quien no se entrega
de manera total
a lo que sueña.
O es que mi fantasía
fabrica una quimera
la cual no puedo asir
aunque quisiera,
por esa lid constante
entre la realidad
y lo que espera.
Mi egocéntrico yo
me desespera,
por su absurda manera
de adueñarse,
de lo que quiero ser
y no me deja,
es ciego y sordo
ante mi queja,
voluntarioso y necio
se rebela.
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MIRIAM RINCÓN URDANETA.