Una flor entre sus brazos sujetaba
con ternura angelical besos de sabia
y en sus pétalos de sangre derramaba
una lágrima negra de pura rabia
Flor maldita la que crece con los ciegos
corazones que se esconden en el manto
de la luna. Tras la noche no habrá llanto
Tus rosales besarán todos mis miedos.
Aunque mis ojos de vos se hayan colmado
de que sirve morir por un amor
Por un amor tan fugaz que no ha calmado
la sed y la angustia de aquella flor
Dichosos mis ojos que la han visto
desnuda en mi humilde y pequeño jardín
La flor del ciego a mi tumba ha provisto
los colores y aromas de un querubín.