"Falto a mi propia ley si te olvido/ y a la de Dios si no perdono ni te llamo/ y es tanto lo que te he querido/ que falto a toda ley si no te amo".
Lloraban las flores y no sabía por qué,
pero había tristeza en ellas, había llanto,
me senté con ellas una noche y pregunté
por qué se sentía tanta tristeza por allí,
que si acaso remediarla dependía de mí
que con sinceridad me dijeran cuánto.
En su idioma me hablaron y pude entender
que las estaba matando cada día tu ausencia,
que era para todas ellas bien difícil renacer
de una muy anunciada y segurísima muerte,
provocada por el mero hecho de nunca verte
y ya no poder ellas compartir tu esencia.
Les dije que tenían mucho color y belleza,
que sólo por ser bellas debían ser felices,
me respondieron “no, eso no nos interesa,
no te hagas el ingenuo, sabemos que mientes
y nos importa a todas más lo que sientes
que todo aquello que al estar sin ella dices”.
Me levanté de pronto y di entonces un paso atrás...
me costaba creer que todo aquello fuera cierto,
unas flores muy hermosas, unas menos, otras más,
a lo largo de un jardín carente de paz, de calma,
nunca supe cómo ni cuándo entraron en mi alma,
pero allí me tenían ante ellas, delatado, descubierto.
Lo que yo me negaba a decir ellas lo gritaban,
con fuerza a pesar de ser frágiles y tan bonitas,
que todos los rincones de mi casa te extrañaban
y que yo, sin confesarles nunca el real motivo,
aparentaba cada día estar tranquilo, estar vivo,
pero que moría tanto como ellas, ya marchitas.
No aprobaban que me desahogara con alcohol
que no les hablara de mi soledad a las estrellas,
se les hacía muy inútil que las iluminara el sol
y no había tampoco agua que sirviera de alimento,
porque entre tú y yo era sólo nuestro sentimiento
lo que las llenaba de ganas de vivir a todas ellas.
Tal vez no hablé con las flores, quizá lo imaginé,
si eso sucedió o no quedará en un total misterio,
sólo sé que esa noche sin esperarlo me encontré
con una gran realidad que yo negaba... en fin...
Aquel lugar contigo era un maravilloso jardín
y ahora se parece demasiado a un cementerio.