Silvia Abalo

La mariposa.

Mira corazón,

aquella gentíl mariposa bella

y el niño que la persigue

si alcanzarla no consigue,

corre sin cesar trás ella.

 

Mira que linda,que ufana,

que donosa,que galana

su gracia ostenta y su aliño

y mira también al niño,

cuando en prenderla se afana.

 

Zalamera y caprichosa,

ya se encubre,ya se posa,

con encanto peregrino

en la punta de un espino,

en el calíz de una rosa.

 

Ora,aguarda el pequeñuelo,

para acrecentar su anhelo

va a tomarla y es en vano,

que cuando él tiende la mano

ella torna a alzar su vuelo.

 

Pero el niño no desmaya,

porque burlando le haya

después de cada traición,

corre con más aficción

tras la mariposa gaya.

 

Otra vez,el niño espera

y a volar vuelve ligera,

sus primores desplegando,

fuentes y arroyos buscando,

donde mirarse altanera.

 

¡Cómo lucen sus colores,

envidia dando a las flores!

Con que gracia y que donaire,

va extendiendo por el aire

sus encantos seducctores.

 

Sobre la luz se desliza

y se dora y se matiza,

de mil maneras,¡Qué espanto!

que el niño la quiera tanto,

si es tan hermosa que fechiza.

 

Que finos artes emplean,

para engañarse los dos

cual corren,cual se menean,

como giran y voltean

el uno del otro en pos.

 

Esta vez,ya no se irá,

segura la tiene ya...

Contento la mano posa...

¡Ah!,pero la mariposa,

serena volando vá.

 

Sobre una flor se detiene,

otra vez,y el niño viene

y le engañará otra vez,

huyendo con esquivez

cuando por suya la tiene.

 

...Más,¿Qué hace la coquetuela,

qué hace ahora que no vuela?;

si el niño casi la toca

después de marearle loca,

¿Por fín su penar consuela?.

 

¡Cuánto el muchacho se apura,

saboreando su ventura!

¡Cómo el aliento reprime,

la mano con fuerza oprime!

¿Vuela?.No.Ya está segura.

 

Y canta victoria ufano,

pués su anhelo no fué vano

¡ Qué dicha ya la tomó!,

abre el puño y...¿Qué encontró?,

polvo,que mancha la mano.

Sil.