Escuchando el presagio de la tierra
hoy duermo,
porque la luna aún agria
muestra su luz menguante cada noche,
mientras mis miserables restos terrenales
sueñan,
no culpo al miedo ni a la falta de tiempo,
ni mucho menos al sol que refleja
y no mas debo ocultar caricias
bajo la almohada,
inmortalizando el afecto
abstrayéndome del último pecado
sin importar si creo en ello.
Ahogando el aqui y ahora
me cuelgo de la espera,
me clavan los segundos
mientras la tierra me ensucia
como la mano del mundo hiciérame
bajar la cabeza del cielo,
por lo cual nunca pedí nada
y asi se me ha cumplido.
Finalmente no importa qué,
puedo reemplazar lo que sea,
puedo olvidar cada promesa
y ahogar cada creencia
¡dios! puedo vender mi alma en cuotas
y destruir mi mundo terrenal
con tal de seguir viéndote en el firmamento
mi firmamento.