Cuento la historia de una mariposa de colores que volaba por el jardín de una humilde casita deteniéndose plácidamente de flor en flor. Mientras sobrevolaba tranquilamente, pudo observar que un arco iris se había quedado preso, enredado entre ramas y arbustos y que por más que intentaba salir no podía escaparse.
- ¿Que haces allí enredado? Preguntó la mariposa
- Estaba pintando de colores algunas flores que lucían pálidas, y de pronto me enredé sin darme cuenta.
- Bueno, no te desesperes, buscaré ayuda para poder sacarte de allí, y puedas irte tranquilo a seguir coloreando el universo – le comento nuevamente la mariposa.
- Bien esperaré, a ver que puedes hacer, agradezco mucho tu buena intención.
Y así la mariposa salió volando del jardín en busca de ayuda para poder rescatar al atrapado arco iris. Como le fue difícil encontrar voluntarios para cumplir su faena, regresó sola y triste a ver que podía hacer por su propia cuenta para salvar al pobre arco iris. Fue tan grande su esfuerzo que dobló sus alas, partió una de sus antenas y se rasgos algunas de sus patas, hasta que finalmente pudo desenredar al atrapado arco iris.
- Bueno ya estás libre, puedes irte, adiós amigo.
- Gracias amiga mariposa, de verdad gracias por tu ayuda, pero no puedo irme y dejarte en la condición en que te encuentras.
- No te preocupes por mí, seguiré mi vida por estos predios intentando sanar mis heridas.
- No puedo, aunque quiera irme, no puedo, te acompañaré hasta que estés recuperada y puedas seguir volando alegremente entre las flores.
Y así desde aquel día las mariposas vuelan impregnadas de colores, llevando como eternas compañeras a su amigo el arco iris, que nunca más quiso separarse de ellas.
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