Como bailarinas sobre sus puntas,
dejándose llevar del impulso de la emoción
contenida y ya vivida,
se escapa pertinaz el anhelo del ayer;
dejando el sabor del último beso,
la caricia congelada,
y una palabra muda sólo en el gesto dibujada.
Ayer, presente de venturas,
de noches sin fin robadas a los días
envueltas en susurros con sabor a miel;
de manos entrelazadas dibujando
mundos cerrados donde apenas cabe un beso;
de divinas locuras hijas de la pasión
dichosas y abandonadas en la quietud del alba.
Tocando con los dedos, -letras de miradas-
como aquella bailarina que sobre sus puntas
sigue danzando persiguiendo su sueño,
este ahora que me llena de ayer,
y que me abandona en incierto sino,
en otro mañana aún por desear.
(jpellicer)