El mar despierta al escuchar el paso de los pescadores
Y aunque reinan las penumbras,
Sabe que la claridad del día, esta por llegar
Y le ganara una batalla más a la oscuridad,
El mar espera que por encima del fuerte de san miguel
Aparezca el astro rey, anunciando una victoria más,
Y las olas se quedan como siempre,
Quietas, tranquilas
Esperando el arribo de su amado,
Pues solo siendo amor lo que ellas sienten
Se explica la quietud del mar campechano,
Se comprende tanta tranquilidad, tanta sumisión,
Si, deben estar locamente enamoradas,
Ya que quedan por horas,
Por días incluso, en calma total
Acariciadas cálidamente, durante el día, por su amado; el sol de Campeche
Quien al igual que todos los campechanos, tiene un trato suave,
Y el mar, aun que amado, es a veces muy tímido,
Provinciano al fin, Con todos aquellos que nos visitan
Y esa timidez es también causa de inmovilidad,
Calma total, tanta que se torna un espejo
En el cual el sol se refleja desde lo alto
Y de ese modo,
Hace su diaria y acostumbrada visita,
Y tal y como y si fuera un amante apasionado y prohibido
Se sumerge, un momento,
Y después, de manera casi furtiva,
Desaparece,
Y el mar se queda solo,
Esperando que llegue el nuevo día,
Sabiendo que después la espera, llegara su recompensa.
Eric Lenin Camejo Ocaña