"Comernos a besos era excitante,/ sobre tu cuerpo yo o sobre el mío tú,/ pero un día no nos gustó el restaurante/ o fue que nos aburrió el menú".
Le revisas siempre en detalle su celular
y su camisa a ver si tiene marca de labios.
Dudas cuando te dice que no viene a cenar
y te parece que esos mensajes que lees,
son en verdad tan falsos como tú crees
y que tus presentimientos son muy sabios.
No duermes esperando que hable dormido,
te sabes de memoria las calles que camina,
Se cansó y no crees que por trabajar ha sido,
revisas sus bolsillos a ver si hallas una foto,
recuerdas que pueden viajar dos en su moto,
la duda acerca de él te atormenta, te domina.
Te preocupa si esa noche no le dura su erección,
crees que seguro lo usó antes de llegar a casa...
Revisas su ropa interior y si guarda un condón,
de pronto habla dormido y dice algo de amor,
en tu cara se refleja una gran expresión de horror
y en los sueños de él ya no quieres saber qué pasa.
Lo despiertas, lo empujas, no quieres que duerma
la noche se va pasando y tú continúas con él así,
los celos, las dudas, te tienen de verdad enferma
y ahora se puede complicar aún más la situación,
porque notas que de repente sí hay una erección,
pero te aterra demasiado pensar que no sea por ti.
Revisas su cartera y allí encuentras preservativos
y notas que no son los mismos que él suele usar,
te preguntas si te es infiel cuáles son los motivos,
crees que ya de tanta libertad y libertinaje abusa
y cualquier cosa que diga te parecerá una excusa
y desde ya has decidido que no lo vas a perdonar.
Al día siguiente el divorcio inmediato le planteas,
estás tan iracunda que pareces salida del manicomio,
no hay manera de que alguna media palabra le creas,
todo está en blanco y negro, ya no existe el color
y gritas y hasta juras que en tu vida el peor error
fue aceptar un día su proposición de matrimonio.
Pasa el tiempo y ya tienes contigo a otro hombre,
dices que entre ambos la diferencia es un abismo,
es otra cara, otra sonrisa, otra voz, otro nombre...
Lo ves que contigo está enamorado y muy deseoso
¿y qué haces? Le pides que se convierta en tu esposo
para luego muy celosa otra vez, volver a lo mismo.