Barcos que vienen desde el mar abierto
rompiendo el oleaje resonante;
buscando un rincón seguro en el puerto,
dejando sobre la arena de lo incierto
largas estelas de espuma abundante.
Naves del suelo ayer desterradas
al reino inmenso de las tempestades;
vuelven a los muelles, ya conquistadas
las ninfas del piélago, ya domadas,
rotos sus espejos de vanidades.
Así fui yo conquistador astuto
de vanidosas ninfas consentidas,
de bronceados brazos y cuello enjuto.
Fue mi brazo poderoso y bruto,
¡tierno a las diosas del mar de la vida!.