No me queda nada... En este averno desierto
de llagas inmundicias de dolor
No me queda nada... Sólo un simple dolor
fruncido y derrotado
No me queda nada... Sólo un llanto sin
gemido y fondo
No me queda más; que vivir arrodillado
junto a la soledad,
inyectado por ese veneno descuidado
Se aferran a mí como gusanos
inmortales buscando el hueso podrido
Este hedor nauseabundo de dolores callados
me hace vivir en mundo de perros
y blasfemias gloriosas
bajo los pies de Dios
Este dolor inmortal; crucificado
a la derecha del azote pernicioso,
grabados en los ojos del Efebo
ardiente mirada, sin temor y gracia,
devuelven el sudor oscuro,
de mi soledad llena y dolorosa...
ya nada me queda...
Sólo estas líneas pobres y blasfemas,
descuidadas, incultas, solas,
mendigas, impuras, desorientadas
Sólo me queda vivir desechando los temores
acabando con las virtudes e inventando otras,
pulcra mirada y no digo más...