“Nuestro amor va bien
pero requiere una reconversión
para ser competitivo.
He de liberalizar mis besos,
y sacarlos al mercado bursátil:
un jeque petrolero
me ha ofrecido invertir
una de sus mil noches”.
-me dejaste escrito en la mesa
que el banco me embargó
meses más tarde.
Traté de sobrevivir
vendiendo versos y promesas
pero mis antiguas amantes
preferían “chatear” con rubios extranjeros
besando el dócil monitor.
Pronto dejé de pagar
y llegó el desalojo, el frío
y el colchón de papel de los sin techo.
Mientras tus estaciones
de servicio venden afectos
a precios astronómicos
con plomo en las caricias
y palabras polutas.
Un día se cruzó tu limosina
con mi carro de escombros,
(empapelado aún con tu antiguo
retrato)
generosa paraste un momento,
añorando, quizás los tiempos de escasez
en los que un beso nos daba media vida.
Yo te pasé la gorra y echaste en ella
un contrato-basura.
Desde entonces reparto como loco
pizzas a diestra y a siniestra
por una mirada tuya al mes.
¡Y yo que en el amor
quise ser funcionario!