Sentir lo semejante, porque cada lagrima se siente en mi pecho, fuerte como tempestad, nos servimos nuestro café para dos, donde tenemos la certeza inexacta de la desdicha intrigantes de los saberes del universo y de lo más recóndito de cada uno de los seres humanos de nuestra tierra.
Porque somos la sal de la tierra, porque somos cuerpo y alma, debemos formar nuestra propia resiliencia en la vida de las quemaduras y de las roturas de huesos pedregosos.
No nos confundamos de nuestro norte, porque este no es el sur y oeste nuca será el este, no nos perdamos dentro de nuestros cinco metro de vida que tenemos, porque somos un pelo de la cabellera de un perro, y tenemos las vidas frágiles para que nos corten de nuestra vida inestable, somos seres de sufrimiento.
no quiero pensar en cómo terminare, frente a no poder reconstruir la vida que o e logrado construir en los milenios de nuestra vida, porque somos malditas en la vida de quien cae en las mismas trampas del hombre invasor, tengo miedo torero de poder enfrentar las calamidades, no es cierto Lemebel.
prepárate en frente de nuestras miradas, somos caballeros heraldos de la vida y tenemos la vida lista para luchar en esta guerra que terminara en nuestro sepulcro de muerte y desolación, mientras tanto que me vean luchado por mis causas, sueños y mi vida, porque nadie, ni yo te podemos decir que no podrás cumplir las miradas de los Delfos de una ciudad perdida entre las miradas de judíos que salieron de la familia.
Podemos perder, pero no será eso lo que tenemos que hacer en realidad, perder para poder ganar la guerra.
Alejandro Alberti W.