Cuando el cielo enturbiado amenaza a llover
y discrepa la razón con el juicio mío,
y ya no sé si es real esa mirada que clavada
en los rincones de mis sueños me llama.
Esa voz, ese cuerpo enardecido deja rastros
de lágrimas quejosas como caídos del cielo negro,
y ya no sé si en realidad has venido a liberarme
o has traído en tus manos las cadenas que deseo.
Quédate en el sueño más profundo de esta noche,
quédate escondida en los rincones de mi alma
como nieve dispersa en el frío aire matutino invernal,
eterna como un sueño, libre como el viento.
Si en tus ojos puedo ver el infinito cielo
y ser parte de un ávido deseo,
si tus pensamientos han quedado presos
en este corazón a pecho abierto.
Quédate reposada en este extraño sentimiento
tristemente alegre, alegremente efímero,
como ráfaga de una mirada helada que se va
y que se detiene austera en un deseo.
Como el brote de un beso inesperado
que a dos almas apresa del más íntimo deseo,
si eres como un sueño librado al viento quieto,
quédate en esta noche calida como un beso.