Anhelo tus muslos,
que antaño
cual sabanas blancas
mi cuerpo guarecían
al amarme,
el ímpetu con el que
dueño de mi cuerpo te hacías,
mis poros se alertan
nomas de recordar.
Tus manos,
reclamaban mi cuerpo,
envidiosas de tu miembro
que me hacia vibrar
y gemir,
la almohada amortiguaba
las veces que grite tu nombre.
Arremetías contra mis nalgas
y me hacías sudar frio,
y te volvías loco
y yo loca de orgasmos que
en mis poros florecían…
se erizaba mi piel,
segregando el aroma
del placer carnal,
me hacías el amor
como casi un animal,
el amor,
amor salvaje.
Hoy, a quien amaras?