Me sucede que no soy sólo uno.
Me sucede que soy dos.
Esos dos;
el que quiero
y el que se fue.
Y del amanecer contenido
que los escucho hablar en voz baja
hasta que ambos se toman de las manos
y me lanzan
por la grave extensión
del día.
Y me sucede, que me veo
y me siento hecho de toda la gente
que me rodea,
hasta que para mi
no quedan sino restos.
Debe ser por eso
que a veces me siento borroso;
mi boca se adelgaza,
mi color se vuelve trémulo
y mi corazón se siente falto
de armonía.
Y sé
que al hablar de mí
hablo de cualquiera.
Soy como la huella de la costa
hecha, como todas, de arena
y al hurgar en mí seguramente
una cosquilla a ti te llega.
Eso es lo que pasa,
somos olas y olas de misterio,
pero también somos
como huella
y huella.
19/10/2011.-