Ángel de la poesía
de los versos prohibidos,
voy a vestirte de osadía
para que al fin puedas decirlo.
Mientras suena esa melodía
que acaricia mi corazón,
otra extraña sinfonía
va componiendo mi interior;
con el amor que soñé vivir
y el deseo de sanar
esa sonrisa rota en ti
y la tristeza en tu mirar.
Niño, por qué no me abrazas
con esa dulzura que me conmueve,
sabes que no necesitaré palabras
para armar un cielo y esconderte;
entre los versos de este anhelo
que hoy no puedo descifrar,
por tu música de ensueño
que sabe hacerme suspirar.
Niño, sálvame de mí misma,
deja que me quede contigo,
para burlarnos de la soledad herida
que tanto tiempo nos dio abrigo.
Niño mío,
imagina un sólo instante
que tú y yo estamos juntos,
y que puedo perderme al mirarte
en el sueño más lindo del mundo.
Ven, te cuidaré...
yo soy niña también...
Niño mío,
inspírame con tu sinfonía de invierno,
tráeme a la vida
con tu compás perfecto,
con el claro de luna en sintonía
con mi corazón,
y con el tuyo
así... los dos juntos.
Niño mío,
Tan puro, noble y sencillo,
tan dulce, sensible...
y prohibido.
Ceci Ailín