ancamra

Nadie nos roba el corazón para siempre

 

Nadie nos roba el corazón para siempre

 


sólo lo toma prestado un levísimo instante


acariciando suavemente sus bordes y sus


centros



apasionando con sutileza sus compases



o lo toma férrea y bravamente entre sus


manos



estrujando el ansia feroz que se prende en


llama

 


o lo acomoda en su regazo tibiamente



brotando como agua dulce manantial de


vida



o lo aprisiona marcando sus arterias


 

licuando en sus venas el deseo inagotable


 

Nadie nos roba el corazón para siempre



y lo devuelve sin apenas darse cuenta



de que nunca ha sido suyo