Fuego colectivo, el mercurio asume su condición de detonante.
La tierra descarga árboles carbonizados, palabras... en el negativo que nadie quisiera relevar.
La estaca que deje en la calzada de la autovia como flor que señalaba una frase en el libro invulnerable ha desaparecido.
Fulgurante corazón arbusto y rocío. De la insinuación fonética a la estupidez.
Empantanado en el muelle pretendo caminar hacia la nada.
Bruscamente me saco los anzuelos, paso yodo por mi escamosa dermis.
Un envión y aparecí en los mojinetes celestiales de la antipática cordura.
Y así predeterminado pistón que vacila en el previo instante de la ignición, calorías, densidad, color y neutralidad me veras.
Una última luciérnaga...linterna interna de mi espacioso faro nocturno desespera por un único amanecer verdolado.