SONETO AL CRISTAL
Pared de la sorpresiva luz.
Ladrillo a ladrillo de pétalos
y aire fueron acabando
tus geometrías multiplicadas.
El fuego goteó tus entrañas.
Contigo hicieron delicados tallos,
forjaron tu blanda niebla.
Constriñeron la belleza en cada
copa de cada palacio. La tarde
tintineó su transparencia.
Rutilantes fuegos parpadearon.
La fiesta del espejo trajo cortejo
de azules caireles; celestiales
flautas avanzaron invisibles…
SONETO AL FUEGO
Estrellas alteraron su feto puro
y multiplicaron el brillo entre el frío
cosmos; espadas que una a una
fueron clavándose en la sombra.
Volcanes abrieron rápidas rosas
como rojas perlas de razas
ardientes. Del pedestal descienden
las llamas inaugurando el barro.
Acudieron luego las hogueras
de bosques primitivos, alargando
raíces incendiarias por todos
los recónditos rituales cazadores.
El hombre levanto su antorcha
y celebró alianza con la sangre.
SONETO AL PEINE
Entidad quieta de rayos,
horizonte, espinas, espadas
en la selva cabellera, aquietas
los ríos capilares...
Tributo a la sencilla asamblea
de peluquera ciencia, estirpe
de tijeras. Resumen de órdenes
lacias, enruladas, fervientes.
En todas las manos viajas,
todos los pueblos te alzan;
cada cual renombra su belleza.
Noche enredada o día sano,
a todo tiempo le fraguas ideas.
Peine te idolatro, rey “toilette”.
SONETO DEL SOL
Columpió tu brillo en único instante
luminoso. Como rosa diamantada
se abrió el rojo centro del abismo.
Lamiste todos los detalles del fuego.
Más allá de tu umbral de volcanes,
se resguarda una galaxia poderosa.
El mundo con el sello de tu influencia,
diseminó su corriente asombrada.
Nadie duda de tu ardiente ojo, posado
en abismos de infinitas soledades.
Eres como un pleno mar de vivas
explosiones renacientes. Por milenios
de millones de estrellas, germinaste.
Tu muerte renace lentamente…
SONETO DE LA AVENTURA
Boca de aceituna, amarillo río,
asombrado diamante, puente lunar
sobre la selva oscura del mundo.
Templo de oro en azules desiertos.
Espiral galáctica en el corazón,
océano de risas, aves en su otoño
despierto. Muchachas danzando
en la vereda. Noches, frías montañas.
Pez de la mañana. Tempestades
guardadas en vinos blancos. Manos
de minerales y platas quemadas.
Tus ojos en la cama junto a mí.
La sed de las horas naufragadas.
¡Islas, islas de libres palmeras!