Marco era un joven soñador, su espíritu jovial eran tan fluido como las aguas inquietas del río, que alegre bajaban por las alegres montañas.
Livis era una joven de alma dulce y transparente, su espíritu era como la suave brisa que en tardes serenas agitaban suavemente las espigas, sin llegar a desgranarlas.
Una tarde quiso la vida que ambos se conocieran. Fue como si hubiesen nacido el uno para el otro; la alegre fluidez de Marco, y la hermosa transparencia de Livis hizo que sus vidas se pintaran de colores.
Los coloridos sueños de Livis se unieron a los inquietos anhelos de Marco. Mariposas de colores volaban en cada uno de sus cielos, mientras la verde esperanza multiplicaba su presencia en la fresca pradera.
Los dos jóvenes unieron sus vidas desde aquel día y para siempre. Jamás pudieron desprenderse el uno del otro, porque fueron llenando sus vidas con la mágica policromía de sus almas.
Así vivieron muchos años, hasta que llegaron a la edad anciana.
Todos los días al morir la tarde se sentaban en sus dos viejos taburetes a platicar sus cosas, que aunque tenían más de cincuenta años hablando de ellas, parece que nunca fueran a terminar… Era una plática infinitamente cautivadora, donde ambos con los ojos húmedos y las miradas luminosas, se comunicaban sin decirse nada .
Hasta que un día…
- Livis, siento que los colores de mi alma están perdiendo matices, decía Marco a su anciana esposa.
- No amor, le decía ella, estás tan colorido como siempre
- Lo dices porque me miras con la cristalina transparencia de ese amor que me profesas, volvió a comentar Marco
- Sabes, siempre hemos estado juntos, volvió a calmarlo Livis, nuestras vidas son dos vidas pintadas con las pinceladas exactas del amor y jamás habremos de separarnos.
Y así, una noche lluviosa, Marco y Livis abandonaron para siempre los dos viejos taburetes donde siempre se sentaban cada tarde para ver nacer cada noche, volaron al cielo y elevaron sus almas coloridas que confundiéndose entre nubes se veían a lo lejos mostrando el colorido encanto de su amor eterno, en una franja indivisible como el amor de ellos mismos.
Así andan todavía, uniendo las gotas húmedas de sus ojos y la luminosidad de sus miradas formando un arco iris. Aún podemos verlos en él espacio, cada vez que Marco y Livis se muestran ante los ojos del mundo para mostrarnos a todos, que fueron capaces de perpetuar su amor… Su colorido amor,
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