Isaac Amenemope

A TIENTAS...(y mis manos vendadas)

Qué hice escarbar con las uñas de mi numen

 en tus pechos la nostalgia

 arrastrarme bajo la neblina por las calles de la finitud.

 

Hasta llegué a creer que de mis fuerzas

 no quedaría más que una impensada hoja

 

y que con cada punto de tinta colocado sobre la paciencia

 se agotaba el camino hacia el suicidio.

 

Me detuve a observar por un momento

 antes de volverme a zambullir en las corrientes.

 

Canta para Mi rosa terrena

 no ves que el instante se marchita

 no ves que su fragancia muere como ruido de lluvia.

 

No entiendes que la primavera de tus ansias

 se niega a arropar el equinoccio de mi furor.

 

Gira sobre tus emociones

 que como el sol la vuelta del corazón dispersa

 el oro impalpable entre las sombras.

 

Observa la canción de la tarde

 el iris de la franqueza

 la manta limpia y perfumada

 semejando el penacho de una nube:

 

Así cuando entre el pulpejo de la unión

 se acabe el espacio para el roce,

 

así cuando tus manos quieran recorrer

 hasta los vacíos de mi primordial sustancia,

 

así cuando te encuentres de repente

 tomada de mi vida

 y no consigas desprenderte

 hasta madurar por siempre...

 

Podré entonces meter mis dedos

en la carne que recubre tus secretos

 y luego sorber el néctar que de tu internidad destile.

 

Podré probar de la relación lo impredecible

 el gusto del intento

 empujar la curiosidad

 a las puertas de ese vergel impodable,

 

donde habita la flor

 con sus puntas asomadas

 a las cercanías de una estrella ardiente.

 

Desojaré sus pétalos que ya son sensaciones

 Chuparé el azúcar de sus glándulas

 

veré como desde la cumbre de otra fase

 reverdecer los pastos

 la sal del mar irrumpir en el arroyo

 partirse la vena de la escarcha

 pasar de largo hacia otro beso.