Luis Rayo

HA MUERTO UN AMOR

La veía con duda y despedía

un olor putrefacto aquel encuentro,

se sentía. Desprecio había adentro

de su alma adolorida. Despedía

 

rencor y llanto y él, triste  pedía

un mundo nuevo como un epicentro

desde el alma y girar aspas del centro

como un nuevo motor que se sentía.

 

Prometía la luna y enmendarse,

pero ese ramillete que adoraba,

estaba seco, muerto y en la arena.

 

Con cirios procuraba perdonarse.

Un negro relicario se asomaba

y anhelaba clemencia por la escena.