A menudo quisiera poderte hablar
pero mi cuerpo se pone a temblar,
las palabras de mi boca no salen
aunque en mi cabeza ya no caben
de tanto estarlas pensando
y entonces me las voy tragando,
no niego que en parte es cobardía
pues yo no sé lo que haría
si tu me contestaras con desprecio,
siento que moriría, lo confieso,
si la primera palabra me pudieras regalar
para que el miedo se pudiera disipar.