Me transportas a tu placer
todo lo tuyo es mío y al revés.
No sé donde empiezas o donde termino,
esto es tan perfecto. ¡Casi un delito!
Te acobijo en mi ser,
sentirte cerca me hace mujer.
Más fuerte que la piedra, más suave que la seda,
más fiel que la madera, más pura que la tierra.
Pierdo noción de los conceptos y de las dimensiones.
El Universo es uno sólo, lo tengo en mi cuerpo,
en nuestro encuentro
donde no existe el tiempo o el espacio,
el ancho, el alto; lo profundo, lo estrecho,
lo estéril, lo etéreo; lo comprensible, lo dócil.
Me abrazas y me besas, repites que me amas
y me lo vuelves a decir, incansable.
Insatisfecho por desearme más, regresas a la posición anterior
y lo sabes, y lo sé.
Simplemente ya no somos dos: tú o yo.
Somos uno sólo, un solo cuerpo, un solo corazón.