La raposa comprometida
Un día, entré en un jardín,
El jardín de los cerezos,
Mente vaciada de sus lazos,
Crepitante así un rondín.
Aquel día vi a una vulpeja,
Vestida de chaqueta negra,
Atravesando con cara magra
Las huellas podridas de mi caja.
Mis ojos, congelados por heridas
Que todavía dañan al pobre ciego,
Me los limpió ella con su cariño lleno de fuego,
Dándome sonrisa contra alas desplumadas.
El alma del colibrí ya encontró una flor
Que los alemanes habían robado.
Ese triste volátil se va perdiendo el dolor
Con un néctar ya comprometido.
Benoit Tantôt 2011