Anselmo sabe pintar la silueta
de su pena sobre el oleo del asfalto.
Esa es cruz de cada día:
Con la mañana a cuestas,
Con la tarde a rastras.
Por legado le dejaron la rutina
y su sombra serpentea
por entre calles ajenas de la ciudad.
No tienes porque apaciguar su sed
con palabras de hiel o vinagre.
El amor hace liviano el volante.
De su corazón seguro parte
un túnel invisible que nos une.
Efraín Gutiérrez Zambrano