De pequeños nos parecía
Un enorme ojo abierto
Un duraznero en flor
Más que una simple ventana
Aquel ojalito de la infancia
Cuando los silencios ensordecían
Nos conectaba con otros ojos
Donde varias manos había
Muchas veces el hospital
Se convertía en nuestra casa
Con sus marquitos de madera
Y ese hermoso ojo en la espalda
Era una simple ventanita
Saludando a otras ventanas
Y nuestras cabecitas rastrojos
Buscando gente que pasara.