Agrietada la agenda del dolor,
por tantos recuerdos cultivados
en el invernadero de mis sueños.
Ambicionando el jugo del amor
de un ayer exiliado,
camino,
recogiendo las memorias,
de mi amor de antaño
y bebiendo de la copa amarga
de su ausencia.
Hurgando entre besos evocados,
no puedo decirle adiós
al poderío de su boca,
que aún en el espacio,
de los años
ruge en la mía,
como un tornado de antojos locos.