‘’Son treinta y tres espinas, de una rosa,
Clavadas en mi alma’’.
Era una rosa en capullo,
Yo cuidaba su jardín,
la regaba con cariño
y con esmero sutil.
Creció entonces la rosa
Y sus pétalos se abrieron;
Yo, me volví aguacero
Para alimentar su tallo.
Y un veinticinco de octubre
Una espina me clavó:
Pero, esa espina sacó
Con sus manos una tarde
Y lloré como como un cobarde
Y hasta al alcohol me tiré.
Y así borracho pasé
Casi veinte años de mi vida
Hasta que la tarde de un día
Volvió a mi jardín la rosa,
Se veía más hermosa.
Y, otra vez me enamoré.
Ahora, sus espinas más gruesas
Se clavaron en mi vida
E hicieron sangrar la herida,
De aquel octubre 25;
Y a pesar que han transcurrido,
33 años de esa fecha,
Aún llevo aquí una flecha
Clavada en mi corazón.
Que hace sangrar mi amor
Y se derrama en poemas
Que enarbolo como emblema
De este ‘’nuestro aniversario’’
Que yo celebro solito
Aunque no estés a mi lado.