Hojas acariciadas por las gotas de agua.
Gotas de fuego,
gotas de aire
gotas de tierra
gotas del mundo.
Rayos! Rayos!
Escuchad el temblor celeste haciendo el amor con mi rostro
llevándose los suspiros religiosos
llevándose mis opacos nervios,
fundiéndose con mi sangre tibia.
Escucho el quejido de las latas,
el asfalto
los abrigos
los anteojos.
Escucho a las montañas regodearse,
a la tierra hecha hombre, ¡al hombre hecho tierra!
Al mundo vivo.
Árboles, madres pariendo aves
hacia el río que muestra su mas gentil rostro.
Sublime espectáculo de los cantares nubosos.
Guturales relinchos de espíritus volátiles.
Y es así como contemplo a los dioses primigenios
caer con toda voluntad sobre las mentes hechas bosta.
Si tan solo escuchasen tu voluntad madre mía,
si tan solo tuviésemos la idea de lo que en un principio debió ser.
Observa como se pierden miles de voces en el horizonte,
observa como caminan perfumadas las obsecuentes rocas.
Se guían ciegos unos a otros...
Ya no mires más madre mía